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Friday, August 31, 2007

Relato: El pecado de Andrés, 8

-Estamos en la mejor época del año para vivir en el desierto -comenta Ali-. Casi no hace frío por la noche.
-Yo hubiera preferido un hotel.

Marta dice que dormir en una jaima a tiro de piedra de Ceuta, hará que la embajada espabile con el papeleo.

-Además tenemos televisión.

Andrés hubiera preferido no tenerla. Hace media hora TV1 retransmitió una entrevista a su suegra. La muy bruja dijo que la pintora que lo acompañaba no era su prima sino una fulana.

-¿Cuánto factura tu suegra? -le preguntó Ali.
-Una millonada. Vende sostenes y bragas a todas las mujeres de España.
-¿Por qué no pagó tu rescate?
-Porque me odia. Yo también la odio, pero hubiera pagado su rescate. Es la madre de mi mujer.

Teresa lo llama. Está en el hospital.

-¿Van a provocarte el parto, amor?

La comunicación se corta. Andrés maldice a Telefónica. Si muere antes de entrar en España, se irá sin saber si ha nacido su hijo sin novedad.

Los periodistas vuelven a visitarlos. Ahora la novedad está en el despido.

-¿Me han despedido?
-Sí, Andrés. Su jefe firmó esta tarde una reestructuración de plantilla.

La periodista es una morena con la cara salpicada de acné adulto. Le propone un reportaje ligero de ropa. Andrés siente frío. El otoño será la mejor estación para pasearse por los desiertos norteafricanos, pero él siente frío invernal mezclado con ráfagas de calor extremo. ¿Tendrá fiebre? Va a morir. Empieza a rezar un padrenuestro que a Marta le suena a padremío.

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Teresa está en la cama con su hijo en brazos.

-Es igualito a Andrés.
-No me hables de ese sinvergüenza, hija -su madre le tira una revista-. Se ha desnudado como una ramera.

Teresa se desmaya. El niño llora. Su madre grita. Las enfermeras corren.

-¿Cómo trae revistas pornográficas, señora?
-Son las fotos de mi yerno.

Cuando vuelve en sí, Teresa ya no ve la revista. Su madre acuna al bebé mientras le habla de Laurita. Le toman la tensión.

-Todo perfecto, Teresa.

Enciende el televisor. Están con el telediario. Finalizan las noticias con unas imágenes de Andrés vestido. Andrés dice que ha vendido su desnudo a Interviú porque su jefe lo ha despedido y él y su familia de algo tienen que vivir.

Teresa lo perdona en ese mismo momento. Andrés la ama hasta límites inimaginables. Se siente culpable: ella no sería capaz de desnudarse en una revista para sacar adelante a su familia.

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Lo han engañado. Su empresa no ha hecho ninguna reestructuración de plantilla. Andrés se siente ridículo. Los veinte millones de pesetas que le dio "Interviú" por su desnudo le saben a poco. No llegan ni para comprar un piso.

-¿Cuándo te reincorporas al trabajo?
-Mañana mismo.

El jefe le dice que tiene derecho a quince días de baja por paternidad.

No los va a coger. Necesita trabajar y olvidarse de su aventura en África. Teresa lo perdonó, pero él no se perdona a sí mismo. Pecó de ingenuo. Una cana al aire en el desierto acaba como el rosario de la aurora.

Se dirige a casa sin prisa. No quiere encontrarse con su suegra.

Cuando llega, Teresa le está dando el pecho al bebé.

-Laurita está acatarrada.

Andrés suspira. Recuerda a Marta. Joven, guapa, rubia,..., pintora. No se la imagina dando de mamar a un rorro llorón. Ni siquiera la imagina casada.

-Mi matrimonio es flexible -le comentó durante su cautiverio-. Yo y mi marido practicamos el amor libre.

¿Qué le diría Teresa si le propusiera practicar el amor libre?

Teresa era mujer de misa, catequesis, rezos, confesión. Una beata.

-Creo que nuestro próximo hijo también será niño.
-¿El próximo?
-Sí, cariño.
-Yo con dos hijos tengo de sobra.
-Yo quiero todos los que nos envíe Dios.

Andrés decidió en aquel mismo momento que Dios no iba a poder enviar más. Se haría una vasectomía.

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Ali inaugura hoy su tienda de artesanía árabe.

-Seré el primer nabateo millonario en Madrid -le susurra a Marta.
-A ver si después no te acuerdas de los amigos.
-Hay amigos que ya no se acuerdan de mí. Andrés no vino.
-Ha venido su mujer.

Teresa cree que Marta sigue manteniendo una relación extramatrimonial con su marido. Mira los cuadros expuestos al fondo del local. Son paisajes desérticos. Siente una punzada de celos: Andrés estuvo allí con otra. Teresa se pregunta si le hubiera gustado a ella ser la otra. Mira de reojo a Marta, y duda de su propio proyecto de vida.

-¿Sigues viendo a Andrés? -le pregunta Ali a Marta.
-Sólo como amigos. Le recomendé un hospital de confianza para hacerse una vasectomía. Su mujer quería tener diez hijos.

Ali se ríe. Los nabateos tienen muchos hijos, pero de varias mujeres. Es lo que no le gusta de España: poder tener sólo una esposa. Le gustaría tener un harem.

-¿Marta?

Se sobresaltan. Teresa está delante de ellos con cara de mujer estafada en matrimonio con marido infiel.

-Deja a mi marido en paz.
-Ya está en paz.
-No tenemos más hijos por tu culpa. Andrés no se concentra.
-Dale viagra.
¿Se la diste tú en África?
-Ella le dio un secuestro -interviene Ali-. Lo llevó a los brazos de los tuaregs.

Teresa se va. Se siente valiente. Esa noche lo volverán a intentar. Dios tiene que darle otro hijo. Cruza la calle rezando por ella, por sus hijos y por Andrés.

La Coruña, 4 de marzo de 2007
Yolanda Smith



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