El primer hombre de Albert Camus es una novela que dejó inacabada el famoso premio Nobel de Literatura de 1957 y que se atrevió a sacar a la luz la editorial Gallimard en el año 1994 en un todo por la pasta. Por eso, cuando leemos este libro debemos tener en cuenta que no es una novela acabada. El libro que está en las librerías a vender es un libro escrito basándose en el manuscrito del autor y en la imaginación de los editores de turno.
Yo acabé de leer estos días la edición española de Tusquets, una edición que sigue fielmente a la francesa. Es un texto en el que se aprecia la madurez literaria de Albert Camus y te lamentas que la vida no le hubiera dado tiempo a darle los toques finales a un libro que puede considerarse autobiográfico.
El protagonista de la novela es un niño llamado Jacques Cormery, un niño que al igual que Albert Camus nació y vivió en los arrabales de Argel en medio de la pobreza y con la ausencia de un padre que está a su vez muy presente por lo obsesionado que está con esta figura paterna que falta de su vida. Sabe que su padre falleció siendo un soldado raso en la batalla de Marne en 1914 durante la Primera Guerra Mundial. Más interesante que el padre me pareció la madre, una española de Menorca que se dejaba la piel trabajando para darles de comer a los hijos. Es su madre la que anima a Jacques a visitar la tumba del padre fallecido. Se nos va a Saint-Brieuc en la Bretaña francesa y localiza su lápida. Una pena. También una alegría para el muerto. Debe ser un gustazo mirar desde arriba y ver que tienes un hijo ante tus restos mortales llorándote. Alguien te ha querido en el Planeta Tierra.
El hijo que está ante la tumba del padre ya es un adulto. Es más mayor que el difunto en la fecha de su muerte. Esto le da pena. Su padre no debía haber muerto tan joven ni en una guerra. Lo mismo pensarían los hijos de los demás soldados rasos fallecidos, de la carne de cañón que se nos fue porque los ricos de arriba decidieron que había que hacer una guerra porque estaban enfadados.
El primer hombre de Albert Camus es una novela triste. Te contagia pena. Yo empecé a filosofar con la orfandad del hijo, con el vacío que dejó el padre. ¿Hubiera este padre impedido que la abuela le diera latigazos al hijo? Tal vez no. En aquellos años se veía bien pegar a los hijos. Tal vez también la madre hubiera sufrido lo mismo o más con el marido presente. Los hombres no trataban muy bien a las mujeres entonces. ¿Y si este primer hombre le salía borracho y gastador? Te haces muchas preguntas leyendo el libro, casi tantas como se hace el protagonista. El primer hombre de Albert Camus implica al lector en la trama.
Os recomiendo el libro. Como os decía, es una pena que Albert Camus no hubiera podido acabar la novela. La novela es muy triste, pero también tiene unos toques de esperanza en el niño que ves escaparse a la playa, bañarse al sol... Esos momentos de libertad, apartado de una abuela que pega y de una madre que sufre te hacen pensar que se puede ser un poquito feliz hasta en las malas situaciones que tiene una persona. A lo largo e la novela ves como este niño crece y va forjando su propio mundo y su destino. Es lo que más me gusta del libro: ese si se quiere se puede. Cormery en la ficción y Albert Camus en la vida real consiguieron salir de la miseria económica, social y educativa pese a ser ambos huérfanos de padres y no tener apoyos sociales. El protagonista lo tenía más fácil porque en ficción todo es posible. El autor demostró con su vida personal que en la realidad también todo puede ser posible.
Yo acabé de leer estos días la edición española de Tusquets, una edición que sigue fielmente a la francesa. Es un texto en el que se aprecia la madurez literaria de Albert Camus y te lamentas que la vida no le hubiera dado tiempo a darle los toques finales a un libro que puede considerarse autobiográfico.
El protagonista de la novela es un niño llamado Jacques Cormery, un niño que al igual que Albert Camus nació y vivió en los arrabales de Argel en medio de la pobreza y con la ausencia de un padre que está a su vez muy presente por lo obsesionado que está con esta figura paterna que falta de su vida. Sabe que su padre falleció siendo un soldado raso en la batalla de Marne en 1914 durante la Primera Guerra Mundial. Más interesante que el padre me pareció la madre, una española de Menorca que se dejaba la piel trabajando para darles de comer a los hijos. Es su madre la que anima a Jacques a visitar la tumba del padre fallecido. Se nos va a Saint-Brieuc en la Bretaña francesa y localiza su lápida. Una pena. También una alegría para el muerto. Debe ser un gustazo mirar desde arriba y ver que tienes un hijo ante tus restos mortales llorándote. Alguien te ha querido en el Planeta Tierra.
El hijo que está ante la tumba del padre ya es un adulto. Es más mayor que el difunto en la fecha de su muerte. Esto le da pena. Su padre no debía haber muerto tan joven ni en una guerra. Lo mismo pensarían los hijos de los demás soldados rasos fallecidos, de la carne de cañón que se nos fue porque los ricos de arriba decidieron que había que hacer una guerra porque estaban enfadados.
El primer hombre de Albert Camus es una novela triste. Te contagia pena. Yo empecé a filosofar con la orfandad del hijo, con el vacío que dejó el padre. ¿Hubiera este padre impedido que la abuela le diera latigazos al hijo? Tal vez no. En aquellos años se veía bien pegar a los hijos. Tal vez también la madre hubiera sufrido lo mismo o más con el marido presente. Los hombres no trataban muy bien a las mujeres entonces. ¿Y si este primer hombre le salía borracho y gastador? Te haces muchas preguntas leyendo el libro, casi tantas como se hace el protagonista. El primer hombre de Albert Camus implica al lector en la trama.
Os recomiendo el libro. Como os decía, es una pena que Albert Camus no hubiera podido acabar la novela. La novela es muy triste, pero también tiene unos toques de esperanza en el niño que ves escaparse a la playa, bañarse al sol... Esos momentos de libertad, apartado de una abuela que pega y de una madre que sufre te hacen pensar que se puede ser un poquito feliz hasta en las malas situaciones que tiene una persona. A lo largo e la novela ves como este niño crece y va forjando su propio mundo y su destino. Es lo que más me gusta del libro: ese si se quiere se puede. Cormery en la ficción y Albert Camus en la vida real consiguieron salir de la miseria económica, social y educativa pese a ser ambos huérfanos de padres y no tener apoyos sociales. El protagonista lo tenía más fácil porque en ficción todo es posible. El autor demostró con su vida personal que en la realidad también todo puede ser posible.