Cuerpos malditos de Lucía Maskaran no es una novela que te impacte por su temática sino por la manera que tiene de contar lo que nos han contado miles de veces en otras novelas: una joven que queda viuda a raíz de un accidente de tráfico que se lleva la vida del hombre de sus sueños. La diferencia de esta novela con otras es que cuestiona la sacrosanta familia. Sí, la autora nos hace ver que la familia no es ese núcleo ideal de convivencia sino que es un nido de violencias. La familia, piensa esta mujer muy acertadamente, fue una creación legitimada con la constitución del Estado moderno. Es un orden dentro del orden estatal.
En este entorno familiar, Alicia, la protagonista de Cuerpos malditos, se nos queda viuda. Su Marín se nos va para el más allá con un ramo de flores en el coche que vete tú a saber si eran para ella o eran para otra. Una horrible duda le dejan las flores, casi más grande que el desconsuelo que asalta a la protagonista al quedarse viuda con 28 años. Lo cierto es que con esa edad te ves obligada a rehacer tu vida quieras o no quieras. Lo malo es que nuestra Alicia no está para rehacer nada. Se va dejando y, tal como nos relata en primera persona a lo largo de las pocas páginas que tiene la novela, empieza a protagonizar su propio abismo.
Me gusta como está redactada la novela. La autora utiliza el euskañol lo que le da un mayor realismo al texto. El eskauñol es castellano salpicado por palabras en euskera. Queda bonito escrito, tan bonito como cuando lo oyes hablado. Es una convivencia de dos idiomas que se hace realidad en el habla de la gente.
También comparto la visión que tiene la autora sobre la familia. No debería considerarse el pilar fundamental de la sociedad. La sociedad debería estar basada en una variedad de individualidades. La familia es la crítica mordaz, la violencia, son los celos, los odios... ¿Es también el amor? Casi me lo pregunto todos los días sin necesidad de leer esta novela.
Os recomiendo Cuerpos malditos de Lucía Maskaran, una novela de poco más de 200 páginas que se lee de un tirón. Es una novela muy pegada a la realidad que vivimos. La depresión que vemos en Alicia la sufren muchas personas. Alicia lleva un año sin su pareja y todavía lo llora. Encima se hace preguntas sobre su pasado, sobre esa familia que la agobia con sólo pensar en ella. La novela es triste.
En este entorno familiar, Alicia, la protagonista de Cuerpos malditos, se nos queda viuda. Su Marín se nos va para el más allá con un ramo de flores en el coche que vete tú a saber si eran para ella o eran para otra. Una horrible duda le dejan las flores, casi más grande que el desconsuelo que asalta a la protagonista al quedarse viuda con 28 años. Lo cierto es que con esa edad te ves obligada a rehacer tu vida quieras o no quieras. Lo malo es que nuestra Alicia no está para rehacer nada. Se va dejando y, tal como nos relata en primera persona a lo largo de las pocas páginas que tiene la novela, empieza a protagonizar su propio abismo.
Me gusta como está redactada la novela. La autora utiliza el euskañol lo que le da un mayor realismo al texto. El eskauñol es castellano salpicado por palabras en euskera. Queda bonito escrito, tan bonito como cuando lo oyes hablado. Es una convivencia de dos idiomas que se hace realidad en el habla de la gente.
También comparto la visión que tiene la autora sobre la familia. No debería considerarse el pilar fundamental de la sociedad. La sociedad debería estar basada en una variedad de individualidades. La familia es la crítica mordaz, la violencia, son los celos, los odios... ¿Es también el amor? Casi me lo pregunto todos los días sin necesidad de leer esta novela.
Os recomiendo Cuerpos malditos de Lucía Maskaran, una novela de poco más de 200 páginas que se lee de un tirón. Es una novela muy pegada a la realidad que vivimos. La depresión que vemos en Alicia la sufren muchas personas. Alicia lleva un año sin su pareja y todavía lo llora. Encima se hace preguntas sobre su pasado, sobre esa familia que la agobia con sólo pensar en ella. La novela es triste.