Necesito un gigoló para salir de esta monotonía improductiva. Un gigoló puede hacerme soñar y los sueños siempre me han soltado el bolígrafo. Pero no me vale lo que la gente entiende por hombre que se vende. Ese tipo de gigoló no me dice nada.
Yo quiero un gigoló que no se considera gigoló. Por ejemplo, ese abogado atractivo loco por atender a una clienta en su despacho presidido por un título de licenciatura enmarcado. Necesito un hombre que me haga soñar, un nuevo muso para mis poesías.
Un gigoló no da problemas. Pagas, tienes sus servicios y bye bye. En cambio, un novio me pediría tiempo, atenciones y demás porque todos los hombres quieren una esclava a sus pies. Yo no quiero cadenas. Sólo busco diversión.
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