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Saturday, March 14, 2009

Amando en verso

Querido diario:
 
No hay buenas noticias para mí, cosa normal. Mi filosofía de vivir y dejar vivir me va a costar un buen puñado de euros. En fin... los pobres solemos ser generosos; estamos acostumbrados a pasar hambre, a ir vestidos con harapos, a no tener esos tres euros libres para comprar un nuevo bolso en los chinos o diez euros desocupados para adquirir las botas negras que llevo viendo toda la semana de rebajas y que me vendrían de perlas para sustituir las botas que llevo hoy puestas.
 
Esa es mi verdad: soy pobre, soy una paria. Y mi verdad se completa diciendo que siempre aparece alguien para joderme más de lo que ya me jode la vida. Esta vez me han puesto al borde del abismo. Sólo pensarlo hace que se me crucen los cables. ¿Cómo voy a llegar yo a fin de mes ahora?... ¿Fin de mes? ¿He dicho fin de mes?... Me veo otra vez sin dinero para pagar el bus, andando hasta acabar con los pies, comiendo arroz solo durante meses hasta que vuelva a encontrar otra fuente de ingresos, sin poder comprar ni una barra de labios,... ¿Y los recibos? ¿De dónde voy a sacar dinero para pagar los recibos? Tengo ahorrado para recibos de unos meses y por mucho que ahorre, por mucho que esté sin calefacción, que apague todos los aparatos eléctricos, que evite encender las luces acostándome cuando cae la noche,... Es para matarse. Sí, es lo que debería hacer: suicidarme de una puta vez. Y lo haré si no consigo ingresos en un mes o dos. Me niego a volver a aquella pobreza. Guardaré el importe de los barbitúricos y, cuando vea que no hay para más, me los tomaré y ¡a dormir eternamente! Esta vida no merece la pena. Me han quitado las ganas de luchar justo cuando empezaba a salir del pozo.
 
¿Por qué no me dejarán vivir en paz? Pues no. Hay que hacer justicia. Algo has hecho mal. ¿Y qué ha sido? ¿No le has cedido el paso a una ancianita millonaria? ¿No le hiciste una reverencia a un señorito pijo? ¿Te olvidaste de darle los buenos días a ese imbécil trajeado? Posiblemente.
 
Ése es mi pecado: la falta de humildad con los ricos. Yo soy una paria aristocrática, de las que levantan la cabeza y miran por encima del hombro de su pobreza a los beneficiados de la sociedad opulenta, y eso no se perdona.
 
Seguiré siendo como soy porque hace años que he elegido vivir de pie y no de rodillas. Me da igual. ¡Enteraros! Me importáis todos una mierda. Sí, sí, tú también, que ya sé que lees mi blog y no le das un click a la publicidad ni por compasión. Tú también disfrutas con mi pobreza. Te imagino meapilas, con mucha caridad cristiana hipócrita y con una gran opinión de ti mismo. Me das asco.
 
 
$$$$$$$$$$
 
El brujo cazador
huele mis pasos,
le pone precio
a mi trabajo,
quiere el fin
de mi contrato.
 
Acaba divirtiéndome
su carrera de obstáculos.
No sabe el pobre brujo
lo alto que yo salto.
Persigue mis kilómetros,
olfatea las plantas,
le reza al demonio,
maldice al que manda.
 
Se hace cuatro cruces
cuando cruzo la sala,
asoma una ceja
a mi nómina escasa,
calienta los oídos
del jefe cotilleando.
 
El brujo cazador
no caza y es cazado
como un confesor
sobrado de pecados.

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