La fruta del borrachero de Ingrid Riojas Contreras es una novela que su autora escribió tirando de sus recuerdos autobiográficos, la manera más fácil de escribir una novela. No inventas mucho y llenas un libro. Esto no quiere decir que la novela sea mala. Está bastante bien si te gustan los dramas políticos y personales. Ingrid nos lleva a los años noventa del pasado siglo, a la época de Pablo Escobar en su Colombia natal.
Es en esa Colombia llena de narcotraficantes en la que vive la familia Santiago con sus dos niñas. Afortunadamente, viven en un barrio de ricos. En su barrio no hay secuestros ni extorsiones. Tienen una casita muy chula con un árbol en el jardín que se llama borrachero. Chula, la hija de sólo siete años se hace amiga de la criada Petrona, una joven que vive en un barrio marginal azotado por la guerrilla. La amistad se ve truncada cuando los padres de Chula y de Cassandra despiden a la pobre Petrona.
Las cosas no van bien para nadie a partir de ese momento. Petrona se queda sin trabajo. La familia Santiago ve peligrar su existencia porque la violencia se ha recrudecido. Tienen al padre de familia desaparecido y amenazado. La madre y las hijas se van para una zona más tranquila. Lo que suelen hacer los ricos: si les va mal en un barrio se mudan a un barrio mejor. Los pobres no tenemos dinero para hacer tanto cambio de casa.
¿Y qué ha sido de la buena de Petrona? Lo previsible: se nos enamora de un guerrillero y a parir hijos. Las chicas pobres siempre fuimos algo tontas. Petrona busca un hombre que le solucione la vida y acaba complicándosela bien complicada. Los hombres sólo valen para dar problemas, sobre todo cuando no tienen dinero.
No os recomiendo mucho la novela. La fruta del borrachero de Ingrid Riojas Contreras sólo cuenta penas. Hay amor también, por supuesto, pero con tanta pena como cuenta el amor se convierte en sufrimiento.
Es en esa Colombia llena de narcotraficantes en la que vive la familia Santiago con sus dos niñas. Afortunadamente, viven en un barrio de ricos. En su barrio no hay secuestros ni extorsiones. Tienen una casita muy chula con un árbol en el jardín que se llama borrachero. Chula, la hija de sólo siete años se hace amiga de la criada Petrona, una joven que vive en un barrio marginal azotado por la guerrilla. La amistad se ve truncada cuando los padres de Chula y de Cassandra despiden a la pobre Petrona.
Las cosas no van bien para nadie a partir de ese momento. Petrona se queda sin trabajo. La familia Santiago ve peligrar su existencia porque la violencia se ha recrudecido. Tienen al padre de familia desaparecido y amenazado. La madre y las hijas se van para una zona más tranquila. Lo que suelen hacer los ricos: si les va mal en un barrio se mudan a un barrio mejor. Los pobres no tenemos dinero para hacer tanto cambio de casa.
¿Y qué ha sido de la buena de Petrona? Lo previsible: se nos enamora de un guerrillero y a parir hijos. Las chicas pobres siempre fuimos algo tontas. Petrona busca un hombre que le solucione la vida y acaba complicándosela bien complicada. Los hombres sólo valen para dar problemas, sobre todo cuando no tienen dinero.
No os recomiendo mucho la novela. La fruta del borrachero de Ingrid Riojas Contreras sólo cuenta penas. Hay amor también, por supuesto, pero con tanta pena como cuenta el amor se convierte en sufrimiento.
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