Queréis arrodillarme en la tierra,
pintar mis labios de hambre,
romper mis mis sueños.
Queréis sacarme de los dedos
la pluma que no es pluma,
pero escribe letras.
No podréis.
Escribiré siempre
con el puño cerrado en puñetazo
y el fuego danzándole el baile
de los poetas vivos
para lo poetas muertos
por la carretera interminable
de mis venas.
Escribiré siempre.
Recordadlo.
¡Escribiré siempre!