La familia que defiende el clero: la familia-granja

Diario:

Rouco y su clero llamaron a Madrid a las familias perfectas y allá se fueron todos los meapilas del país a presumir de prole. Hijos a docenas, mujeres con caras de fecundidad y hombres orgullosos de su condición de sementales de dos piernas. ¡Menudo panorama! ¿Y quién ha pagado la fiesta de esta gente sobrada de pasta? Creo que la Comunidad de Madrid, es decir, el erario público, al menos en parte.

Ni una palabra dedicaron a la crisis los purpurados. Sólo se acordaron de los Reyes Magos y de proclamar las bondades de la familia-granja. Kiko, el que siempre fue rico, cantaba. Es un santo, dicen. El Papa Benedicto se acordó de ellos desde el Vaticano.

En Madrid estaba el ejemplo a seguir. ¿Debía buscar semental, llevarlo al altar y ponerme a follar y a parir? Me sentí incapaz de aguantar una docena de partos, doce criaturas llamándome mamá, un marido que me atara al hogar cristiano y una suegra más presente que un milagro. Mejor, pensé, sigo siendo impar. Sin familia. Sin sufrimientos familiares. Libre.

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