Diario:
Jamás creí en los Reyes Magos. Un cuento siempre me sonó a cuento y una mentira nunca la consideré verdad. ¿Cómo iba a ser cierto que existían tres Majestades que llegaban todos los 6 de enero cargados de regalos? Ni Dios sería capaz de tanto.
Los pobres solemos ser incrédulos. Los ricos, en cambio, se creen hasta lo que sueñan dormidos. Son felices. Cuando despiertan del sueño de los Reyes Magos, entran en el paraíso del todo es posible. Todo lo bueno, claro.
La vida les sonríe a los potentados. Siempre consiguen trabajos bien pagados en los que llevan un sueldo por avasallar a los subordinados. Los detesto. Cuantos más años cumplo, más comunista me vuelvo. Me joden hasta los Reyes Magos por lo que tienen de capitalistas: buenos regalos para los niños ricos, miseria para los niños pobres. Si de mí dependiera, los prohibiría, aunque sólo fuera para vengar algún 6 de enero de mi infancia, en el que tenía que inventar regalos que no recibía porque mis "reyes" no me los podían comprar.
-----------------