1
Fue un verano de mano herida.
Es un verano de mano doliente.
Pasó junio con el sabor más agrio.
Vino julio con dulces almendras.
En agosto se acerca el invierno
y mi lucha sigue sin lamentos.
Aprendí a luchar con los dientes
mordiendo la palabra desconsuelo
porque nada se gana nadando
en la ira de los juramentos.
Desde mi suelo yo sigo
siendo la serpiente que arrastra
el cuerpo por cada camino
sin pensar en metas ni en nada.
Solo pienso en no pensar y sigo
metro a metro cuando me arrastra
el azar por el mismo camino
que me lleva a luchar con mi nada.
2
La mano empieza cada tarde
en un gimnasio que huele a medicina.
Con pasos de cangrejo a lo tortuga
sobre la arena de la playa imposible.
No quiero pensar en esa mano
que sale del silencio con sus dedos
manchados en el yeso que la tuvo
firme como un soldado en la guerra.
Yo pienso en el segundo que le cae
en la piel morena de otros años
que tuvieron un verano en el campo
de cosechas de maíz y de patatas.
Un segundo, y otro, y un minuto,
más minutos, una hora, siguen otras,
viene un día, otra noche, un nuevo día
y la mano sigue con sus pasos de tortuga.