Mis fronteras no existen.
Soy libre, muy libre
lejos del mundo que me rodea
sin atraparme con sus garras
de lobo desdentado mordiendo.
Mis llamas empiezan a arder
quemando mis ruinas pequeñas
hasta dejar sólo fuego en la hoja.
Llego al final del folio flotando
con una sonrisa colgando de mis labios
siempre rojos. Ya vivo. Ya estoy.
Vuelvo a caminar entre los tojos
de un camino sombreado por pinos
que huelen a arco iris pintado
con dedos untados en nocilla.
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