Estas fueron las primeras Navidades sin ella. Intenté hacer lo que hacía ella y fue un consuelo. Abrí una botella de champán, llené una copa, la bebí... Entonces me vino algo parecido a la alegría. Mamá no estaba, pero yo seguía haciendo lo mismo.
Nadie me llamó. Papá quería que llamara a una prima de mamá, pero no lo hice. Todos huyen de la pena, de mi pena y no seré yo la que se la imponga. Todos me consideran una especie de apestada. Problema suyo. Yo seguiré tirando de mi carro.
YOLANDA SMITH
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Emborraché el 25 de diciembre
con un par de copas de felicidad
y dejé dormida la pena maldita
en la cama olvido para despertar
ante el espejo de un día más
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