Me imaginas así como me miras:
bonita, hermosa, la flor perenne
que querrías tener en tu bosque.
No imaginas mis espinas
escondidas bajo los pétalos rojos
esperando un nuevo disfraz
Hoy podría ser Cleopatra,
mañana Isabel la Católica,
pasado una anónima cualquiera.
Podrías equivocarte al subir
tus manos a mis cimas altas
escondidas en el laberinto oculto.
Te imagino y no quiero imaginar
mi verdad en el espejo cristalino
de tu rostro de pescador hambriento.
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