Diario:
A mi puerta llegan todos los días comerciales con ganas de vender lo que no venden. Muchos vecinos no les abren la puerta. Están cansados del rollo de siempre. Si no te intentan inscribir en una nueva empresa de electricidad intentan hacerte cliente de otro operador telefónico que te dará el mismo mal servicio que el que tienes. El otro día llegó un chico que vendía libros. Estaba sola y me pareció una buena compañía. Lo mandé pasar y lo invité a cenar conmigo. El hombre no le hizo ascos a unas croquetas congeladas de supermercado. Se notaba que tenía hambre. Ni siquiera le molestó que el perro que estaba cuidando en casa para ganar unos euros por no trabajar mucho le lamiera el pantalón vaquero.
Marchó agradecido. Yo no le había comprado un solo libro, pero le había dado una cena rápida de croquetas de jamón con patatas fritas de paquete que lo hizo feliz.
YOLANDA SMITH