Una puerta y otra puerta,
más candados, menos llaves.
No encuentro el paraíso.
Sobran vallas a mis pasos.
Los caminos que recorro
son circuitos cerrados.
Las metas fueron los sueños,
nunca trofeos en mano.
Aparece otra hiena
para echarme del campo.
Los otros tienen derechos.
Yo soy la rosa que cansa.
Me voy llevando espinas
entre las uñas de gata.
Me voy con un vete y larga.
Gracias, gracias, muchas gracias.