DIARIO:
Aquí seguimos en el teclado prestado y esperando un por un ordenador con conexión a Internet. La vida es una mierda. El mundo es injusto. Unos todo y otros tan poco. Estoy que echo chispas. Ellos jugando a los marcianitos con un ordenador que yo necesito para ganarme la vida.
Lo mío más que indignación es cabreo. Pero no puedo ir a acampar a una plaza pública, entre otras cosas porque nadie me traería de comer y yo no vivo del aire. Sólo pensar el hambre que pasaría, tiro la toalla. Allí pueden estar los señoritos y los que van de héroes. Creo que de héroes no va ninguno. Son unos señoritos. Si estuvieran con esta pobreza mía, no podían estar en las plazas parlamentando. De hablar no viene nada. Con votar a mano alzada en una asamblea no se llena la despensa. Esa gente no sabe lo que vale un euro.
Estoy hasta el culo de esta vida. Quisiera ser una chica normal, pero no lo soy. No me dejaron serlo. Yo siempre fui la diferente, la que todos marginaban, la que estaba de más. Quieren acabar conmigo, pero todavía no he dicho la última palabra. Todavía tengo ganas de hacer grandes cosas, de seguir dando la nota, de seguir haciéndome notar para fastidiarlos. Todos están en contra mía y yo estoy en contra de todos. Me importan la misma mierda que yo les importo a ellos.