Bailé como bailan las princesas,
canté como canta una soprano,
lloré sin llorar lágrimas mías,
reí como una actriz de teatro.
No era yo, sólo era mi espejo,
pero convencí hasta el aplauso
a los que sus manos exaltaban
al son de mi voz aterciopelada.
¿Aún crees que el maquillaje
es la piel que me acompaña?
Yo casi lo creo y me engaño
igual que te engaño y los engaño.