Yolanda Smith se asoma
a la ventana del mundo
disfrazada con disfraces
de mil caras en su sombra.
Puede ser la Cleopatra
que amó a Marco Antonio
o la suave Dulcinea
soñada por don Quijote,
también es aquella Eva
que recorrió los amores
de una esquina de España
a un muso de corazones.
Yolanda Smith da la vuelta
a su yo en sus yo múltiples
y de un poema regalado
pasa a cobrar aquellas
palabras siempre pintadas
con sus dedos de escritora.
No me preguntes quien es
la escritora anónima.
Descubre a la inadaptada
a la que la gente odia.