La Flor del Surinam de Linda Belago es una novela de 744 páginas que he leído a poquitos antes de dormir. No es de esas novelas que se leen de un tirón, pero tiene una trama que va enganchándote poco a poco.
Nos lleva hasta la Surinam de 1876 donde viven Julie y Jean Rozenberg, un matrimonio feliz que, con su duro trabajo, sacan adelante su cultivo de caña de azúcar. Acaban de tener ser padres de una niña. Lamentablemente, los problemas también llegan y sus vidas se van complicando.
La situación en su pueblo no es fácil. Recién abolida la esclavitud, Jean contrata a trabajadores indios para trabajar en su plantación, pero algunas de sus costumbres chocan con la moral de los Rozenberg. Esta familia no quedará de brazos cruzado al ver las dificultades por las que pasan sus trabajadores. Por ejemplo, cuando la joven Inika que trabaja para ellos con sólo catorce años, es obligada a casarse con un hombre treinta años mayor y que la maltrata, Julie y Jean tomarán cartas en el asunto.
La novela te lleva a una tierra remota donde todo está cambiando lentamente. La autora nos describe a unos personajes que con la fuerza de los buenos sentimientos podrán salir adelante.
La trama de esta novela continua la de El reino del azahar, una novela muy similar a su segunda parte en la manera de contar las peripecias de la familia. Igual que la primera parte, las subtramas son las que le ponen algo de interés a un libro que se me hizo muy largo.
Los personajes me parecieron muchísimos. La mitad de ellos sobran. Te pierdes con tanto personaje secundario. Los únicos que me parecieron interesantes fueron los hijos de los protagonistas de la primera entrega de esta saga.
No os recomiendo ni os dejo de recomendar esta novela. Sólo os repito que no es una novela que lees de un tirón.
Nos lleva hasta la Surinam de 1876 donde viven Julie y Jean Rozenberg, un matrimonio feliz que, con su duro trabajo, sacan adelante su cultivo de caña de azúcar. Acaban de tener ser padres de una niña. Lamentablemente, los problemas también llegan y sus vidas se van complicando.
La situación en su pueblo no es fácil. Recién abolida la esclavitud, Jean contrata a trabajadores indios para trabajar en su plantación, pero algunas de sus costumbres chocan con la moral de los Rozenberg. Esta familia no quedará de brazos cruzado al ver las dificultades por las que pasan sus trabajadores. Por ejemplo, cuando la joven Inika que trabaja para ellos con sólo catorce años, es obligada a casarse con un hombre treinta años mayor y que la maltrata, Julie y Jean tomarán cartas en el asunto.
La novela te lleva a una tierra remota donde todo está cambiando lentamente. La autora nos describe a unos personajes que con la fuerza de los buenos sentimientos podrán salir adelante.
La trama de esta novela continua la de El reino del azahar, una novela muy similar a su segunda parte en la manera de contar las peripecias de la familia. Igual que la primera parte, las subtramas son las que le ponen algo de interés a un libro que se me hizo muy largo.
Los personajes me parecieron muchísimos. La mitad de ellos sobran. Te pierdes con tanto personaje secundario. Los únicos que me parecieron interesantes fueron los hijos de los protagonistas de la primera entrega de esta saga.
No os recomiendo ni os dejo de recomendar esta novela. Sólo os repito que no es una novela que lees de un tirón.