La mesa nos esperaba.
El cava se enfriaba.
Un langostino lloraba
su muerte entre cigalas.
Agonizaba el aliento
de la langosta pescada.
El mantel había sido
planchado por estas manos.
Llegaste con la sonrisa
del marido aún amante
más cerca de un sí quiero
que del esto se acaba.
Corrí a llenar tu vaso.
Dejaste que lo llenara.
Cerré la puerta a los vientos.
Dejaste que cerrara.
Callé tu boca con besos.
Dejaste que te besara.
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