Juanito y Pepito salen a la calle haciendo actos de amor. Su primer acto es decirle a dúo buenos días al portero de la finca. El hombre, un fornido cincuentón, responde presuroso. ¿Dónde está la madre de las criaturas? Ah, ahí viene.
La señorita Chana también dice buenos días con amor y sin propina como hacen sus hijos. Habla del tiempo, porque hay que hablar de algo, mientras hace equilibrios sobre unos tacones no pensados para sus pies hinchados.
-Estoy embarazada -le anuncia al portero.
-¿Lo sabe su marido?
-¡Claro!
Chana ríe con la risa cantarina de una niña en día de Reyes. La vida le sonríe. Su Antonio ha sido ascendido a director de ventas de Telefónica Norte.
¿Dónde están los niños? La señorita Chana se acuerda de sus hijos de siete y cinco años y corre a la acera. Juanito y Pepito salen de la frutería de la esquina haciendo pucheros.
-No pudimos hacer un acto de amor, mami -lloriquea el pequeño.
-¿Cómo?
-El verdulero se enfadó cuando le dimos los buenos días -explica Juanito-. Nos llamó pijos.
La señorita Chana entra en la frutería con paso de generala.
-Nunca había entrado aquí.
-Di primero buenos días, mami.
La madre no contempla los buenos días para un hombre joven con cara de revolucionario. Pepito repite buenos días con vocecita de niño inmaculado.
-¿Qué quiere, señora?
-Nada. Su fruta no vale para mí. Es demasiado cara.
La señorita Chana sale de la tienda arrastrando a sus vástagos. Se detienen en el kiosko. Ahora los niños pueden hacer un acto de amor: dan y reciben los buenos días. La kioskera es una mujer feliz tras contar los ingresos del día anterior.
En el parque, Juanito y Pepito no tienen tanta suerte. Una niña rubia les enseña la lengua.
-No se habla con desconocidos -dice con la lengua recogida.
-Estamos haciendo actos de amor. En nuestro cole nos enseñan a amarnos.
-¿Qué cochinadas hacéis?
-Decimos buenos días, obedecemos a nuestros mayores, amamos a todo el mundo, rezamos por los niños pobres.
-Éstos rezan por ti, hija -dice la madre de la niña.
Chana aparta a sus hijos de los columpios. Va a tener que explicarle a sus criaturitas que los católicos están mal vistos.
-Esto es por el relativismo campante -murmura.
-¿Qué es el relativismo, mami? -pregunta Juanito.
-No tener principios, hijo.
Juanito asiente. Ya han realizado catorce actos de amor. Su padre les prometió la nueva videoconsola si llegaban a los veinte.
A unos metros de distancia, en el mismo parque, la niña rubia le pregunta a su madre si le van a comprar una nueva mochila para el nuevo curso escolar.
-No, cariño. Volví a quedar sin trabajo. Tendrás que aprovechar la mochila vieja.
La niña rubia mira con rabia a los niños de los actos de amor. El amor y la necesidad son enemigos.
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