P: Yo soy la rosa que cansa

 

Una puerta y otra puerta,

más candados, menos llaves.

No encuentro el paraíso.

Sobran vallas a mis pasos.

 

Los caminos que recorro

son circuitos cerrados.

Las metas fueron los sueños,

nunca trofeos en mano.

 

Aparece otra hiena

para echarme del campo.

Los otros tienen derechos.

Yo soy la rosa que cansa.

 

Me voy llevando espinas

entre las uñas de gata.

Me voy con un vete y larga.

Gracias, gracias, muchas gracias.

P: Todo era cierto en mis sueños

 

He soñado con montañas,

grandes prados, verdes setos,

con un jardín exclusivo,

con un ático en Marbella.

 

Un chófer de limusina

me decía sí, mi jefa.

Subía hasta las nubes

subida a altos hierros

y llegaba a la terraza

donde florecía un huerto

que olía a frambuesas.

 

Allí alcanzaba el sueño.

Allí todo era cierto.

P: Resisto y resisto

 

No preguntes mis respuestas

No interrogues mis silencios.

Calla, por favor, tú calla.

Vete y olvida el misterio.

 

Yo voy por el mundo sola

como va la luna llena.

No sé lo que es un amigo.

El amor no me contempla.

Sólo se acercan los pasos

de los buitres y las hienas.

Quieren matar mis palabras.

Quieren callar las estrellas.

 

Y yo resisto y resisto.

Y yo me agarro a un verso.

Y yo soy nada y esto:

poemas, sólo poemas.

P: Mala

 

Quiero ser mala,

sacar los dientes

del café con leche,

morder la taza,

hacer añicos platillos llenos

de decepciones.

 

Seré peor

que una sirena

fuera del mar.

 

Quiero ser fuego

para arrasar

las puertas no

con mi volcán.

 

Seré peor

que una musa

fuera del cuadro

de su pintor.

 

Quiero ser reina

en el reino de las letras

donde las puertas excluyen

a las bellas cenicientas.

P: Lo que yo quería

 

Yo también quería

un salón con chimenea,

las alfombras de Damasco,

los sillones blanco nieve,

un armario que tirara

la ropa por cuatro puertas.

 

Hasta quisiera tener

un perro francoeuropeo

para correr los jardines

oliendo la primavera.

 

Pero sólo tengo llena

la cabeza de ideas

que florecen sin olores,

muertas en plástico inerte.

 

Se me sublevan las uñas

en picas que manifiestan

la inflexión del camino

hacia la curva del techo.

Personas sin suerte

Diario:

 

Hay personas sin suerte. Yo creo que pertenezco al grupo. Intento y vuelvo a intentar salir de la pobreza y no hay manera. Tengo todas las puertas cerradas. En todos los sitios sobro. Todos me odian.

 

De haber vivido en la antigua Atenas, hubiera acabado en el barranco a donde tiraban a los indeseables. Eso soy: una indeseable. Por eso odio a todos los que me rodean. Y a los que no me rodean también. No valen la pena.

 

Estoy cansada de tanto desprecio, de tanta injusticia de tanto avasallamiento. Estoy harta hasta de vivir.

 

 

Yolanda Smith