LIBROS PARA TODOS

Monday, May 24, 2010

Relato: Pobres entre pobres

 Isabel celebra su sesenta cumpleaños inscribiéndose en el INEM. La vida es así. En la cola de la oficina de desempleo conoce a un hombre de su misma edad. Se llama Mario y acaba de llegar procedente de Barcelona.

 

 -En Orense la vida es más barata. Se puede vivir con 700 euros.

 -Yo tendré que vivir con 400 euros. Trescientos euros me los llevará el alquiler y me quedarán cien euros para comer.

 -Mal asunto.

 -Sí -asiente Isabel-. Tendré que comer menos.

 

 Inscribirse en la oficina de desempleo es tarea complicada. Isabel se cansa de cubrir impresos.

 

 -La llamaremos cuando le encontremos un empleo acorde con su perfil -le promete una funcionaria.

 -Gracias.

 

 A la puerta de la oficina la está esperando el parado Mario. La invita a comer. Isabel lo piensa un poco. Aceptar una invitación de un desconocido no le parece correcto. Mario bien podría ser un delincuente y ella no quiere verse envuelta en asuntos turbios. Por otro lado, piensa que la invitación del desconocido Mario le ahorra un plato de arroz para la cena. Acepta.

 

 Mario le cuenta su vida camino del restaurante. Se casó con treinta años, tuvo dos hijos, y a los cuarenta firmaba el divorcio.

 

 -Mi ex se quedó con la casa, los niños y la cuenta de ahorros en la Caixa. Desde entonces vivo de alquiler.

 -¿No volviste a enamorarte? -le pregunta Isabel.

 -Las mujeres no se enamoran de mí. Soy pobre.

 

 Isabel sintió que le tocaba el corazón. De ella tampoco se enamoraban los hombres. Cuando era joven preferían a sus amigas; más guapas, más altas y más simpáticas que ella. Con más años fue sacando de sus planes el matrimonio y la maternidad. Su destino era la soltería eterna.

 

 -Ya llegamos -le dice Mario.

 -¿Y dónde está el restaurante?

 -Ven conmigo.

 

 Mario la toma de la mano y la lleva hasta un portal cochambroso.

 

 -Las cocineras me permiten entrar por la cocina -Mario le guiña un ojo-. Son muy buenas conmigo.

 

 Isabel no cree lo que ve. La cocina le parece más o menos normal, pero el comedor no se puede decir que sea de un restaurante decente. Todos los mendigos de la ciudad llenan las mesas. Isabel reconoce a una viejecita que pide a la puerta de la iglesia de su barrio. También están unos rumanos que suelen pedir limosna delante del supermercado. ¿Y aquellos no son los vecinos del 3º? ¡Claro que son! Isabel se suelta de la mano de Mario y sale del comedor. Prefiere pasar hambre entre sus cuatro paredes alquladas a comer con aquellas compañías.

 

 Mario se encoge de hombros y toma asiento en la mesa que comparten los vecinos de Isabel con la mendiga de la Iglesia y un rumano picado por la viruela.

 

 -¿Otra vez pollo con fideos? Hay que joderse. Los percebes son caros.

 

 Nadie habla. Los vecinos de Isabel se lanzan a los platos a medio llenar de fideos. El rumano come con más calma. Mario empieza a comer por el pollo y deja los fideos para el final.

 

 -¿No hay pan? -le pregunta a la camarera del comedor social.

 -Dios no nos ha dado hoy pan suficiente -le contesta y se va a servir otra mesa.

 

 En su casa, Isabel come un bocadillo de mortadela barata. Dios le ha dado pan suficiente para un día más.

 


Wednesday, May 19, 2010

Relato: Hacienda no podrá conmigo

 La peluquería es impecable. Laura abre la puerta y se deja caer en un sillón, que hace tres meses estuvo en el salón del 4ºA. Tiene delante tres mujeres, una niña y una adolescente.

 

 -¿Mucho trabajo, Laura? -le pregunta la peluquera.

 

 Laura asiente. Estuvo toda la mañana preparando comidas para los viejos del barrio. Esta noche irá a dormir a la casa de la vieja del edificio de la esquina. No es que pague mucho la pobre mujer, pero con los diez euros que le da casi tiene para una bombona de butano. Mañana llevará al colegio a los hijos gemelos de la nueva vecina. Otros cinco euros que gana. Suspira cansada. Le echa mano al ¡Hola! y vuelve a suspirar. ¡Qué bien viven los famosos! Se casan, se divorcian, tienen hijos, operan la nariz, ponen más pecho... Laura daría media vida por vivir en la casa de Isabel Preysler y salir en un reportaje rodeada de hijas pijas.

 

 Entra una nueva clienta. La peluquera la mira nerviosa. No la conoce y vete tú a saber si trabaja en hacienda o es una chivata de esas que te jode el negocio.

 

 -¿Qué quiere usted'

 -Un tinte.

 

 La peluquera le indica que tome asiento. La atenderá pronto. Tiene dos clientas en el secador, su hija la leva la cabeza a la adolescente, la niña está negociando con su madre el corte de pelo.

 

 -Me dijeron maravillas de su peluquería -comenta la nueva-.Por eso estoy aquí.

 -¿Quién le habló de mí?

 -La señora Pepa. Yo soy su sobrina, la de Madrid.

 -No tiene acento.

 -Es que soy muy gallega.

 

 Laura sigue entreteniéndose con el ¡Hola! Piensa que su hija bien podía hacer como Belén Estaban: tener un bebé de un torero y vivir del cuento. No importa que sea auntitaurina. Belén Esteban, que ella sepa, no es aficionada a los toros.

 

 -¿Conoce usted a algún famoso? -le pregunta a la nueva.

 -Los veo en la tele.

 -Pero ¿no los conoce en persona? -se sorprende Laura-. ¿no los conoce viviendo en Madrid?

 -Pues no.

 

 La peluquera vuelve a pensar que la nueva es inspectora de Hacienda. Doña Pepa nunca le habló de una sobrina madrileña.

 

 -¿Cómo está su tía?

 -Muy bien.

 -Este verano estuvo muy malita, la pobre. La cuidaba una vecina que ya no vive en el barrio.

 -He venido para llevármela a Madrid, a una residencia.

 -Aquí también tenemos centro de día -intervino Laura-. Mi vecina de abajo cuida ancianos que no dan mucha lata. A su tía no la cuida porque está loca.

 -Sí, ha perdido un poco la cabeza, como todos a su edad -asiente la sobrina.

 

 Dos días después, la peluquera tenía un motivo para perder la cabeza: dos inspectores de hacienda entraban en su local sin rotular.

 

 -Ya sabía yo que aquella era de hacienda -explotó-. Pues miren, señores, no soy la única en ganarme la vida a mi manera. Laurita tiene un catering montado en la cocina de su casa. Amelia hace camisas Carolina herrera con una vieja máquina de coser, Antonio va con su esposa a fregar portles en un coche que pone Limpiezas Brillo, Rosa alquila todas las habitaciones de su casa salón incluido y ...

 -Usted comete un delito -insiste un inspector.

 -¿Y los demás?

 -Los demás no importan.

 -¿De qué voy a vivir?

 

 Los inspectores marchan. La hija de la peluquera barre el suelo con la indiferencia de los perdedores.

 

 -Mañana iré por las casas vendiendo cremas y colonias -decide la peluquera-. Hacienda no podrá conmigo.

 

 

 


Monday, May 10, 2010

El fantasma de Adán: poesías

1

 

Ya no me duelen

tu adiós ni el suyo

porque con los dos

construí mis torres.

 

De aquellos ladrillos

salté a la copa

de un árbol de arena

y aquí estoy

reinando en las hojas.

 

Él fue un suspiro

en en mes de enero;

tú, cariño mío,

respiro de invierno.

 

Entraste con prisas,

saliste corriendo

llevando tu vida

al barrio Me Muero.

 

 

2

 

Naturaleza marrón,

amaneceres.

No hay un pájaro,

faltan los peces,

gatos y perros

están en huelga.

Busco a Adán

y no lo encuentro.

Dime, Dios mío,

si yo soy Eva.

Adán no está

y su fantasma

dicen que ha muerto.

 

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Flores para vivos y muertos

 


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